Dios no quiere que experimentes de forma sensible el sentimiento de la fe, esperanza y caridad, ni que lo disfrutes si no en la medida que se necesita en cada ocasión. ¡Ay de mí!, ¡qué felices somos al estar tan íntimamente atados por nuestro celeste tutor! No debemos hacer otra cosa que lo que hacemos, es decir, amar a la divina providencia y abandonarnos en sus brazos y en su seno.  No, Dios mío, yo no deseo gozo mayor de mi fe, de mi esperanza y de mi caridad, que el poder decir sinceramente, aunque sea sin gusto y sin sentirlo, que preferiría morir antes que abandonar estas virtudes. (Padre Pío; Epistolario III, p. 421s. )

Dios no quiere que experimentes de forma sensible el sentimiento de la fe, esperanza y caridad, ni que lo disfrutes si no en la medida que se necesita en cada ocasión. ¡Ay de mí!, ¡qué felices somos al estar tan íntimamente atados por nuestro celeste tutor! No debemos hacer otra cosa que lo que hacemos, es decir, amar a la divina providencia y abandonarnos en sus brazos y en su seno. No, Dios mío, yo no deseo gozo mayor de mi fe, de mi esperanza y de mi caridad, que el poder decir sinceramente, aunque sea sin gusto y sin sentirlo, que preferiría morir antes que abandonar estas virtudes. (Padre Pío; Epistolario III, p. 421s. )

Dios no quiere que experimentes de forma sensible el sentimiento de la fe, esperanza y caridad, ni que lo disfrutes si no en la medida que se necesita en cada ocasión. ¡Ay de mí!, ¡qué felices somos al estar tan íntimamente atados por nuestro celeste tutor! No debemos hacer otra cosa que lo que hace

¿Veis cuántos desprecios y cuántos sacrilegios se cometen por los hijos de los hombres contra la humanidad sacrosanta de su Hijo en el sacramento del Amor? A nosotros nos corresponde, ya que hemos sido elegidos por la bondad del Señor en su Iglesia, según las palabras de San Pedro, para un sacerdocio real (1P 2,9), a nosotros nos corresponde, digo, defender el honor de este mansísimo Cordero, siempre solícito cuando se trata de defender la causa de las almas, siempre mudo cuando se trata de su propia causa. (Padre Pío; Epistolario III, p. 62s. )

¿Veis cuántos desprecios y cuántos sacrilegios se cometen por los hijos de los hombres contra la humanidad sacrosanta de su Hijo en el sacramento del Amor? A nosotros nos corresponde, ya que hemos sido elegidos por la bondad del Señor en su Iglesia, según las palabras de San Pedro, para un sacerdocio real (1P 2,9), a nosotros nos corresponde, digo, defender el honor de este mansísimo Cordero, siempre solícito cuando se trata de defender la causa de las almas, siempre mudo cuando se trata de su propia causa. (Padre Pío; Epistolario III, p. 62s. )

¿Veis cuántos desprecios y cuántos sacrilegios se cometen por los hijos de los hombres contra la humanidad sacrosanta de su Hijo en el sacramento del Amor? A nosotros nos corresponde, ya que hemos sido elegidos por la bondad del Señor en su Iglesia, según las palabras de San Pedro, para un sacerdoci

Termino porque la campana me llama y me invita; y yo me voy al lagar de la iglesia, al santo altar donde continuamente destila el vino sagrado de la sangre de aquella uva deliciosa y singular, de la que a sólo unos pocos afortunados les está permitido embriagarse. Allí -como bien sabéis, no puedo actuar de otro modo- os presentaré al Padre celestial, en unión de su Hijo, en quien, por quien y por medio de quien yo soy todo vuestro en el Señor. (Padre Pío; Epistolario III, p. 588)

Termino porque la campana me llama y me invita; y yo me voy al lagar de la iglesia, al santo altar donde continuamente destila el vino sagrado de la sangre de aquella uva deliciosa y singular, de la que a sólo unos pocos afortunados les está permitido embriagarse. Allí -como bien sabéis, no puedo actuar de otro modo- os presentaré al Padre celestial, en unión de su Hijo, en quien, por quien y por medio de quien yo soy todo vuestro en el Señor. (Padre Pío; Epistolario III, p. 588)

Termino porque la campana me llama y me invita; y yo me voy al lagar de la iglesia, al santo altar donde continuamente destila el vino sagrado de la sangre de aquella uva deliciosa y singular, de la que a sólo unos pocos afortunados les está permitido embriagarse. Allí -como bien sabéis, no puedo ac

En estos tiempos tan tristes de fe muerta, en los que triunfa la impiedad, el medio más seguro para mantenerse libres del terrible mal que nos rodea, es el de fortalecerse con este alimento eucarístico. Algo que no lo podrá conseguir aquél que vive meses y meses sin saciarse de la carne inmaculada del Cordero divino. (Padre Pío; Buenos Días, 27 junio)

En estos tiempos tan tristes de fe muerta, en los que triunfa la impiedad, el medio más seguro para mantenerse libres del terrible mal que nos rodea, es el de fortalecerse con este alimento eucarístico. Algo que no lo podrá conseguir aquél que vive meses y meses sin saciarse de la carne inmaculada del Cordero divino. (Padre Pío; Buenos Días, 27 junio)

En estos tiempos tan tristes de fe muerta, en los que triunfa la impiedad, el medio más seguro para mantenerse libres del terrible mal que nos rodea, es el de fortalecerse con este alimento eucarístico. Algo que no lo podrá conseguir aquél que vive meses y meses sin saciarse de la carne inmaculada d

Cada santa misa escuchada con atención y devoción produce en nuestra alma efectos maravillosos, abundantes gracias espirituales y materiales, que ni nosotros mismos conocemos. Para conseguir esto, no gastes inútilmente tu dinero, sacrifícalo y sube hasta aquí para escuchar la santa misa.  El mundo podría  subsistir incluso sin el sol, pero no podría existir sin la santa misa. (Padre Pío; Buenos Días, 26 junio)

Cada santa misa escuchada con atención y devoción produce en nuestra alma efectos maravillosos, abundantes gracias espirituales y materiales, que ni nosotros mismos conocemos. Para conseguir esto, no gastes inútilmente tu dinero, sacrifícalo y sube hasta aquí para escuchar la santa misa. El mundo podría subsistir incluso sin el sol, pero no podría existir sin la santa misa. (Padre Pío; Buenos Días, 26 junio)

Cada santa misa escuchada con atención y devoción produce en nuestra alma efectos maravillosos, abundantes gracias espirituales y materiales, que ni nosotros mismos conocemos. Para conseguir esto, no gastes inútilmente tu dinero, sacrifícalo y sube hasta aquí para escuchar la santa misa. El mundo p

Al asistir a la santa misa renueva tu fe y medita cuál es la víctima que se inmola por ti a la divina justicia, para aplacarla y volverla propicia.  Cuando estás bien, oyes la misa. Cuando estás mal y no puedes asistir a ella, entonces la dices. (Padre Pío; Buenos Días, 25 junio)

Al asistir a la santa misa renueva tu fe y medita cuál es la víctima que se inmola por ti a la divina justicia, para aplacarla y volverla propicia. Cuando estás bien, oyes la misa. Cuando estás mal y no puedes asistir a ella, entonces la dices. (Padre Pío; Buenos Días, 25 junio)

Al asistir a la santa misa renueva tu fe y medita cuál es la víctima que se inmola por ti a la divina justicia, para aplacarla y volverla propicia. Cuando estás bien, oyes la misa. Cuando estás mal y no puedes asistir a ella, entonces la dices. (Padre Pío; Buenos Días, 25 junio)

Si no se te concede el poder detenerte por mucho tiempo en oración, en lecturas, etc. , no debes desanimarte por eso. Mientras tengas a Jesús sacramentado cada mañana, debes considerarte afortunadísima. Durante el día, cuando no se te conceda hacer otra cosa, llama a Jesús, incluso en medio de todas tus ocupaciones, con gemidos resignados del alma; y él vendrá y permanecerá siempre unido a tu alma por la gracia y por su santo amor. Vuela en espíritu al sagrario, cuando no puedas ir en persona; y allí expresa tus ardientes deseos y habla y pide y abraza al Amado de las almas, mejor que si se te concediese recibirlo sacramentalmente . (Padre Pío; Epistolario III, p. 448)

Si no se te concede el poder detenerte por mucho tiempo en oración, en lecturas, etc. , no debes desanimarte por eso. Mientras tengas a Jesús sacramentado cada mañana, debes considerarte afortunadísima. Durante el día, cuando no se te conceda hacer otra cosa, llama a Jesús, incluso en medio de todas tus ocupaciones, con gemidos resignados del alma; y él vendrá y permanecerá siempre unido a tu alma por la gracia y por su santo amor. Vuela en espíritu al sagrario, cuando no puedas ir en persona; y allí expresa tus ardientes deseos y habla y pide y abraza al Amado de las almas, mejor que si se te concediese recibirlo sacramentalmente . (Padre Pío; Epistolario III, p. 448)

Si no se te concede el poder detenerte por mucho tiempo en oración, en lecturas, etc. , no debes desanimarte por eso. Mientras tengas a Jesús sacramentado cada mañana, debes considerarte afortunadísima. Durante el día, cuando no se te conceda hacer otra cosa, llama a Jesús, incluso en medio de todas

No te desanimes si no consigues hacerlo todo como deseas. Esfuérzate en hacer lo que tienes que hacer sin que nada te distraiga de ello. Y despreocúpate de si experimentas consuelo, aburrimiento o fastidio. Tu intención sea siempre recta. (Padre Pío; Epistolario IV, p. 394)

No te desanimes si no consigues hacerlo todo como deseas. Esfuérzate en hacer lo que tienes que hacer sin que nada te distraiga de ello. Y despreocúpate de si experimentas consuelo, aburrimiento o fastidio. Tu intención sea siempre recta. (Padre Pío; Epistolario IV, p. 394)

No te desanimes si no consigues hacerlo todo como deseas. Esfuérzate en hacer lo que tienes que hacer sin que nada te distraiga de ello. Y despreocúpate de si experimentas consuelo, aburrimiento o fastidio. Tu intención sea siempre recta. (Padre Pío; Epistolario IV, p. 394)

“Padre, ¿porqué llora cuando recibe a Jesús en la santa comunión?”.  Respuesta: “Si la Iglesia lanza este grito: No despreciaste el seno de la Virgen, hablando de la encarnación de la Palabra en el seno de la Inmaculada, ¡qué no habrá que decir de nosotros miserables! Pero Jesús nos ha dicho: "Quien no come mi carne y no bebe mi sangre no tendrá la vida eterna"; por tanto, acerquémonos a la santa comunión con gran amor y temor. Todo el día sea preparación y acción de gracias de la santa comunión. (Padre Pío; Buenos Días, 21 junio)

“Padre, ¿porqué llora cuando recibe a Jesús en la santa comunión?”. Respuesta: “Si la Iglesia lanza este grito: No despreciaste el seno de la Virgen, hablando de la encarnación de la Palabra en el seno de la Inmaculada, ¡qué no habrá que decir de nosotros miserables! Pero Jesús nos ha dicho: "Quien no come mi carne y no bebe mi sangre no tendrá la vida eterna"; por tanto, acerquémonos a la santa comunión con gran amor y temor. Todo el día sea preparación y acción de gracias de la santa comunión. (Padre Pío; Buenos Días, 21 junio)

“Padre, ¿porqué llora cuando recibe a Jesús en la santa comunión?”. Respuesta: “Si la Iglesia lanza este grito: No despreciaste el seno de la Virgen, hablando de la encarnación de la Palabra en el seno de la Inmaculada, ¡qué no habrá que decir de nosotros miserables! Pero Jesús nos ha dicho: "Quien

Padre, me considero indigno de la santa comunión. ¡Soy indigno! Respuesta: "Es verdad, no somos dignos de un regalo tan grande; pero una cosa es acercarse indignamente en pecado mortal, y otra distinta no ser dignos. Indignos somos todos; pero es él quien nos invita, es él quien lo quiere. Humillémonos y recibámosle con todo el corazón lleno de amor. " (Padre Pío; Buenos Días, 20 junio)

Padre, me considero indigno de la santa comunión. ¡Soy indigno! Respuesta: "Es verdad, no somos dignos de un regalo tan grande; pero una cosa es acercarse indignamente en pecado mortal, y otra distinta no ser dignos. Indignos somos todos; pero es él quien nos invita, es él quien lo quiere. Humillémonos y recibámosle con todo el corazón lleno de amor. " (Padre Pío; Buenos Días, 20 junio)

Padre, me considero indigno de la santa comunión. ¡Soy indigno! Respuesta: "Es verdad, no somos dignos de un regalo tan grande; pero una cosa es acercarse indignamente en pecado mortal, y otra distinta no ser dignos. Indignos somos todos; pero es él quien nos invita, es él quien lo quiere. Humillémo

En el tumulto de las pasiones y de las vicisitudes adversas nos sostenga la grata esperanza de su inagotable misericordia. Corramos con confianza al tribunal de la penitencia, donde él con ansiosa solicitud de padre nos espera en todo momento; y, conscientes de nuestra insolvencia ante él para corresponderle, no dudemos del perdón pronunciado solemnemente sobre nuestros errores. Pongamos sobre ellos, como ya la ha puesto el Señor, una piedra sepulcral . (Padre Pío; Buenos Días, 16 junio)

En el tumulto de las pasiones y de las vicisitudes adversas nos sostenga la grata esperanza de su inagotable misericordia. Corramos con confianza al tribunal de la penitencia, donde él con ansiosa solicitud de padre nos espera en todo momento; y, conscientes de nuestra insolvencia ante él para corresponderle, no dudemos del perdón pronunciado solemnemente sobre nuestros errores. Pongamos sobre ellos, como ya la ha puesto el Señor, una piedra sepulcral . (Padre Pío; Buenos Días, 16 junio)

En el tumulto de las pasiones y de las vicisitudes adversas nos sostenga la grata esperanza de su inagotable misericordia. Corramos con confianza al tribunal de la penitencia, donde él con ansiosa solicitud de padre nos espera en todo momento; y, conscientes de nuestra insolvencia ante él para corre

Amemos a Jesús por su grandeza divina, por su poder en el cielo y en la tierra, y por sus méritos infinitos, pero, también y sobre todo, por motivos de gratitud. Si hubiera sido con nosotros menos bueno, más severo, ¡seguro que habríamos pecado menos!. . . Pero el pecado, cuando le sucede el dolor profundo de haberlo cometido, el propósito leal de no volverlo a cometer, el sentimiento vivo del gran mal que con él hemos causado a la misericordia de Dios; cuando, heridas las fibras más duras del corazón, se consigue que de ellas broten lágrimas ardientes de arrepentimiento y de amor, el mismo pecado, hijo mío, llega a convertirse en peldaño que nos acerca, que nos eleva, que de forma segura nos conduce a él . (Padre Pío; Buenos Días, 9 junio)

Amemos a Jesús por su grandeza divina, por su poder en el cielo y en la tierra, y por sus méritos infinitos, pero, también y sobre todo, por motivos de gratitud. Si hubiera sido con nosotros menos bueno, más severo, ¡seguro que habríamos pecado menos!. . . Pero el pecado, cuando le sucede el dolor profundo de haberlo cometido, el propósito leal de no volverlo a cometer, el sentimiento vivo del gran mal que con él hemos causado a la misericordia de Dios; cuando, heridas las fibras más duras del corazón, se consigue que de ellas broten lágrimas ardientes de arrepentimiento y de amor, el mismo pecado, hijo mío, llega a convertirse en peldaño que nos acerca, que nos eleva, que de forma segura nos conduce a él . (Padre Pío; Buenos Días, 9 junio)

Amemos a Jesús por su grandeza divina, por su poder en el cielo y en la tierra, y por sus méritos infinitos, pero, también y sobre todo, por motivos de gratitud. Si hubiera sido con nosotros menos bueno, más severo, ¡seguro que habríamos pecado menos!. . . Pero el pecado, cuando le sucede el dolor p

En las tentaciones lucha con valentía junto con las almas fuertes y combate junto al jefe supremo; en las caídas no permanezcas postrada ni en el espíritu ni en el cuerpo; humíllate mucho pero sin perder el ánimo; abájate pero sin degradarte; lava tus imperfecciones y tus caídas con lágrimas sinceras de arrepentimiento, sin que falte la confianza en su divina bondad que será siempre mucho mayor que tu ingratitud; propón tu enmienda, sin presumir de ti misma, ya que tu fortaleza la debes tener en solo Dios; confiesa, por fin, con toda sinceridad, que, si Dios no fuese tu coraza y tu escudo, habrías sido incautamente herida por toda clase de pecados. (Padre Pío; Epistolario III, p. 698)

En las tentaciones lucha con valentía junto con las almas fuertes y combate junto al jefe supremo; en las caídas no permanezcas postrada ni en el espíritu ni en el cuerpo; humíllate mucho pero sin perder el ánimo; abájate pero sin degradarte; lava tus imperfecciones y tus caídas con lágrimas sinceras de arrepentimiento, sin que falte la confianza en su divina bondad que será siempre mucho mayor que tu ingratitud; propón tu enmienda, sin presumir de ti misma, ya que tu fortaleza la debes tener en solo Dios; confiesa, por fin, con toda sinceridad, que, si Dios no fuese tu coraza y tu escudo, habrías sido incautamente herida por toda clase de pecados. (Padre Pío; Epistolario III, p. 698)

En las tentaciones lucha con valentía junto con las almas fuertes y combate junto al jefe supremo; en las caídas no permanezcas postrada ni en el espíritu ni en el cuerpo; humíllate mucho pero sin perder el ánimo; abájate pero sin degradarte; lava tus imperfecciones y tus caídas con lágrimas sincera

No te extrañes en modo alguno de tus debilidades. Al contrario, reconociéndote por lo que eres, avergüénzate de tu infidelidad para con Dios y pon en él tu confianza, abandonándote con paz en los brazos del Padre del cielo como un niño en los brazos de su madre. (Padre Pío; Buenos Días, 7 junio)

No te extrañes en modo alguno de tus debilidades. Al contrario, reconociéndote por lo que eres, avergüénzate de tu infidelidad para con Dios y pon en él tu confianza, abandonándote con paz en los brazos del Padre del cielo como un niño en los brazos de su madre. (Padre Pío; Buenos Días, 7 junio)

No te extrañes en modo alguno de tus debilidades. Al contrario, reconociéndote por lo que eres, avergüénzate de tu infidelidad para con Dios y pon en él tu confianza, abandonándote con paz en los brazos del Padre del cielo como un niño en los brazos de su madre. (Padre Pío; Buenos Días, 7 junio)