En el tumulto de las pasiones y de las vicisitudes adversas nos sostenga la grata esperanza de su inagotable misericordia. Corramos con confianza al tribunal de la penitencia, donde él con ansiosa solicitud de padre nos espera en todo momento; y, conscientes de nuestra insolvencia ante él para corresponderle, no dudemos del perdón pronunciado solemnemente sobre nuestros errores. Pongamos sobre ellos, como ya la ha puesto el Señor, una piedra sepulcral . (Padre Pío; Buenos Días, 16 junio)